Material escrito por Luis Guercio (padre) entre los años 1930 y 1940. INÉDITO

Extraido de la Edición Homenaje del periódico “Noticias Nuestras”, octubre de 1972

 

MEMORIAS DEL SR. LUIS GUERCIO

Muchas cosas tendría que decir con respecto a la hoy Ciudad de Ituzaingó, después de haber permanecido en ella durante 20 años –desde 1921 a 1941- y en la que me tocó desempeñar una campaña edilicia de vastos alcances, como tal vez muchos no conozcan; por tratarse de un largo período en notas y publicaciones efectuadas por intermedio de “La Prensa” de la que fui corresponsal durante 14 años.

Toda historia tiene su principio y a ella me remito. Cuando me instalé en esta localidad en mi carácter de propietario de la primera y única farmacia, que fue a mediados del año 1921, corrí un riesgo; porque el pueblo estaba acostumbrado a irse a otras localidades vecinas con eso y todo, logré arriesgarme, tal vez asimismo porque pude ser útil a la población en el servicio de recetas urgentes y en la atención a los numerosos accidentados que me tocó atender, pues mi casa fue algo así como una Sala de Primeros Auxilios durante nueve años… Vamos ahora al tema:

CAPÍTULO I. Desagües y Primer Proyecto de Pavimentación

Este capítulo es el más importante de todos los hechos a que voy a referirme en estas notas, pues se trata nada menos que del despertar de toda una zona, que por causas fortuitas, se vio obligada, sin pensarlo quizá, a recurrir a las autoridades de la Provincia de Buenos Aires y a las municipalidades, para que tomaran serias medidas de carácter edilicio, a los fines de remediar, en forma impostergable el problema de las aguas pluviales que siempre existió en la intersección de las calles Rivadavia y San Martín (hoy Rondeau), boca principal de entrada a la Estación Ferroviaria.

Este fue siempre un sector inundable que llegaba hasta la actual 24 de Octubre (antes Sarmiento), abarcando generalmente gran parte de la Plaza Sur (hoy San Martín). Para el desagote de este sector, existía en ese tiempo una alcantarilla que cruzaba la calle Rivadavia y por donde corrían las aguas pluviales para desembocar en las cunetas de las vías ferroviarias. El excedente de estas aguas, quedaba estancado en el lugar nombrado, formando grandes lodazales, ya familiares para todos los vecinos.

Entretanto debo aclarar –anticipando el orden de fechas- que por el año 1926 había trasladado mi farmacia sobre Rivadavia, a pocos metros del hasta hace poco tiempo edificio de Correos y Telecomunicaciones, y donde permaneciera desde 1921, a un nuevo local en la calle 24 de Octubre, plaza por medio con los terrenos del Ferrocarril Oeste, donde se desviaba la calle Rivadavia, haciendo un recodo en profundidad de unos 30 metros para salir por la calle Soler (hoy Mariano Acosta), volviendo a su curso normal.

Fue así que en esta zona, para rendir justicia a la verdad, floreció la iniciativa del primer proyecto de pavimentación que con el tiempo habría de materializarse en un hecho de largo alcance, como tenemos hoy.

El primer vecino con quien cambié ideas sobre el particular, fue don Osvaldo Coquet, Jefe de la Estación, entusiasta precursor que me invitó a sembrar la iniciativa entre los vecinos hasta formar el núcleo que posteriormente redactara una nota para ser elevada al Intendente Municipal de Morón.

Dicha nota –de la que tengo copia en mi poder- con fecha del año 1928, enumeraba las siguientes calles a pavimentar: San Martín, desde Olazábal hasta 9 de Julio, Sarmiento desde San Martín a Soler, 9 de Julio desde Soler a San Martín, Necochea, desde Rivadavia a Belgrano y Belgrano desde Necochea a San Martín. Dicha gestión que fue realizada en base al pago por cuenta de vecinos, por intermedio de bonos de pavimentación de la Provincia de Buenos Aires. Esta nota fue suscripta por los siguientes vecinos: Juan Fernández (concejal), Miguel Iglesias, Julián Basave, Luis Guercio, Osvaldo Coquet, Pedro Narancio, Julio C. Rossi, Francisco Vinelli y Rodolfo y Eduardo Pastré.

Entretanto y a medida que pasaba el tiempo, un hecho vino a empeorar aún más el problema de los desagües. Esto ocurrió con motivo de la construcción del camino de Morón a Luján, obra que representó un acontecimiento de importancia para Ituzaingó y para todos los pueblos del Oeste. Pero lo que no estuvo previsto y se consideró como un acto de negligencia por parte de las autoridades municipales, es el hecho de que permitieran, a medida que marchaban las obras –anular los desagües existentes, sin antes entubar el pasaje de las aguas como correspondía.

Esta deficiencia, acentuada por el mayor nivel de la calle, recientemente pavimentada, produjo un verdadero embalse; a tal punto que en las primeras lluvias que se produjeron, las aguas cubrieron totalmente las aceras vecinas, llegando también al interior de muchas casas particulares.

Estos sucesos tuvieron lugar en el mes de julio de 1929, motivando numerosas quejas de vecinos, las que oportunamente fueron concretadas en una extensa nota dirigida a las autoridades del Municipio. Por otra parte, envié a mi vez una extensa crónica a “La Prensa”, acompañada de dos fotos, visualizando el deplorable estado del mencionado lugar.

 

Artículo publicado en La Prensa, copia textual:

“En la vecina localidad de Ituzaingó, partido de Morón, las últimas lluvias no obstante haber sido solamente de relativa importancia, han determinado un serio estancamiento de las aguas en la calle San Martín al llegar a Rivadavia, arteria ésta última recientemente pavimentada. Siendo la de San Martín una de las arterias centrales de importancia del lado sur del pueblo y que conduce directamente a la Estación, es fácil suponer el traslado que ocasiona a la vialidad de la zona el inconveniente apuntado”.

“La Prensa”, en otra oportunidad, y a raíz de las primeras lluvias de la temporada, llamó la atención de las autoridades, “pues a pesar del tiempo transcurrido, nada se ha hecho por subsanar esta anomalía –que antes no existía- en razón de que las aguas pluviales circulaban libremente por un canal que cruzando la calle Rivadavia, desagotaba en las vías del ferrocarril.

Un grupo calificado de vecinos se entrevistó con el intendente municipal, para significarle la conveniencia de que se realicen algunos trabajos para la reparación de dicha calle, y con la sorpresa que es de imaginar, el jefe del municipio les manifestó que ese arreglo correspondía a la Dirección de Puentes y Caminos, porque el estancamiento del agua se produce a la altura de la rasante del pavimento de la calle Rivadavia, construido bajo la vigilancia de esa dependencia”.

“Sea quien fuere el responsable del estado actual de dicha calle, lo cierto es que una arteria importante se ha convertido en un enorme fangal, y la charca que lateralmente se observa, es utilizada por los conductores de vehículos para el lavado de estos”.

“Por la fotografía que ilustra estas líneas puede observarse el estado de la calle San Martín en su intersección con Rivadavia”.

“Las autoridades del partido de Morón tienen el deber de no descuidar el estado general de las calles y particularmente las que como las nombradas resultan de tránsito para la Estación Ferroviaria”.

“Posteriormente y después de algunos meses en que el orden de cosas continuaba en el mismo estado, y ocasionándose mayores trastornos al vecindario. Por tal motivo se envió una nota firmada por numerosos vecinos a la Municipalidad y otra a “La Prensa” con las referencias a que he hecho lugar y otros detalles realmente patéticos en los que se informaba de la siguiente manera: “Al producirse la clausura del precitado desagüe nos causó la sorpresa consiguiente a una medida ilógica y de perjudiciales efectos que vamos sufriendo. Si el nivel natural de las calles tiene dirección al Nordeste, es razonablemente consultado ese nivel que debe construirse todo nuevo desagüe que reemplace al anterior suprimido.

Entendemos que en caso de inundaciones o avenidas de agua, producidas por lluvias torrenciales y que llenan las calles por falta de suficiente capacidad de los desagües existentes, sólo cabe efectuar gestiones administrativas antes los poderes públicos para que dicha capacidad sea ampliada en la medida necesaria. Pero entendemos también que cuando interviene la obra del hombre obstruyendo el curso de las aguas o realiza obras que impiden el paso de las mismas con perjuicio a terceros, éstos tienen el derecho de reclamar los necesarios cambios para que tales perjuicios no se repitan, sino también exigir por las vías legales la correspondiente indemnización por daños y perjuicios.  Entendemos también que es la Municipalidad quien debió objetar oportunamente la clausura del desagüe de referencia… varios vecinos se han visto imposibilitados y la mayoría en dificultades para llegar a la Estación”.

La nota continuaba así: “Téngase en cuenta que la mayoría de los habitantes de este pueblo somos empleados que no podemos faltar de nuestras ocupaciones diarias en la Capital Federal. Algunos de los que con la angustiosa situación en nuestros hogares –y con niños de corta edad- de repeler el avance de las aguas de la calle sobre los patios y pisos de nuestras habitaciones, y que parecían destinadas a llegar a una altura difícil de prever. Como consecuencia de dichas inundaciones y por reflujo de los propios conductos domiciliarios hemos soportado la destrucción de muebles y útiles de suma importancia para nosotros. Agréguese el desmoronamiento ocurrido de varios pozos negros con la consiguiente contaminación de las aguas.

Finalmente –agregaba la nota- no escapará al elevado criterio del Sr. Intendente los otros muchos perjuicios de carácter general que ocasiona al vecindario y al comercio mismo, la existencia de ese gran lago artificial que la población soporta por la supresión del desagüe del que se ha informado.

Terminaba la presentación solicitando las medidas que el caso reclamaba, y la construcción de obras que remediaran adecuadamente el problema. Firmaban los siguientes vecinos, verdaderos pioneros, como hoy podemos ver al evocar estas acciones de verdadero bien público, y cuyos nombres fueron: Raúl Ventura, Francisco Vinelli, Juan Fernández, Osvaldo Coquet, Luis Guercio, M. Agusti, Alfredo Morteo, M. Iglesias, J. C. Rossi, Arando Méndez, Adolfo Alberti, Eduardo Pastré, Rodolfo Pastré, Pedro Narancio, J. Grego, L. Lupi, A. Bianco (copiamos de este histórico conjunto de testimonios que ha puesto en nuestras manos el Sr. Guercio al texto, es decir, los nombres que van con iniciales carecen de otra aclaración).

Nota de R.: A. Chao, J. Baima, Juan B. Gentile, Juan Guercio, Julián Basabe, Flia. Gaggero, Flia. Combes, Sr. Loureiro (Quinta Calé), J. Justo, J. Niño. Dicha nota estaba fechada 18 de marzo de 1930.

 

Cierto tiempo después de los hechos ya descriptos, algo así como en el mes de mayo del mismo año, entre los vecinos que habían firmado la nota precedente se constituyó una Comisión con cargo de entrevistarse con el Intendente, señor Bonora y pedirle una visita a la zona afectada por las lluvias, para plantear sobre el terreno el plan de obras que más conviniera, a fin de remediar las deficiencias ya conocidas. En la visita acordada se halló presente también el Ingeniero Boatti, ministro del ramo en la esfera provincial y ambos funcionarios coincidieron en la necesidad de crear nuevos desagües y ampliar los ya existentes en la medida necesaria.

Los trabajos respectivos se iniciaron poco tiempo después (no recuerdo la fecha exactamente), pero sí puedo asegurar que dichos trabajos originaron bastantes dificultades, por la razón de que tuvieron que practicar una profunda excavación, como un verdadero túnel por debajo de la calle Rivadavia, con lo que se entubarían y harían llegar las aguas hasta las cunetas del ferrocarril, volviendo así al sistema anterior.

Una de las bocas de toma se construyó en Rondeau y Rivadavia, estando la otra a la altura de la calle Santa Rosa para desagotar las calles Fray Santa María de Oro y Zapiola.

Lo cierto es que las cosas no se remediaron del todo. Quedó el detalle inevitable: las calles adyacentes al pavimento ya no pudieron desagotarse rápidamente, de modo que el remanente de agua contribuía a formar charcos y lodazales de efecto permanente. Había que buscar otra solución… nada más ideal, entonces que apresurar las obras de pavimentación, solicitadas al Municipio con antelación a estos sucesos.

Fue así que mediante nuevas gestiones se obtuvo que el Concejo Deliberante aprobara el plan de obras a realizarse, más la adjudicación de Bonos de Pavimentación para la misma finalidad. A propósito de esta gestión (15 de enero de 1930), “La Prensa” informó lo siguiente:

“Una comisión de vecinos de Ituzaingó presidida por el concejal Juan Fernández, e integrada por los señores Coquet, Guercio, Iglesias y Narancio se entrevistó recientemente con el Ministro de Obas Públicas de la pcia. De Buenos Aires, haciéndole entrega de una nota con referencia al proyecto de pavimentación en Ituzaingó y que ya fuera aprobado por el Concejo Deliberante del partido de Morón, por causas desconocidas, aun no han sido enviados sus antecedentes a la oficina correspondiente.

“Informado el Sr. Ministro de los propósitos de dicha Comisión contestó a la misma que por Decreto correspondiente iba a ser adjudicada a dichas obras la suma de pesos 180.000 (estamos en 1930) en Bonos de Pavimentación. A la vez manifestó que sería destacada una Comisión de Ingenieros para que estudiaran el plan a realizarse.

El siguiente capítulo se titula: PAVIMENTOS POR CUENTA DE VECINOS y da comienzo así:

Cumplida la promesa por parte de las autoridades provinciales, todo hacía suponer que las cosas marcharían como sobre rieles, el alborozo y la consiguiente alegría habían colmado nuestros corazones… Pero fue necesario admitir que ya llevábamos dos años nutriéndonos de bellas esperanzas… Resolvimos entonces en reunión inmediata, enviar a un núcleo mayor de vecinos en forma de que estuviera bien representado tanto el Sur como el Norte de Ituzaingó.  Constituiríase una Nueva Comisión más amplia y con mandato de realizar por cuenta propia el proyectado plan de pavimentación, proveyéndose además del material informativo necesario para una futura licitación.

De acuerdo con la resolución tomada –continúa el señor Guercio- empecé a reunir en mi domicilio de la calle Sarmiento a un grupo de vecinos calificados, entre los cuales cambiamos ideas, todos de común acuerdo, hasta fijar una fecha de constitución formal. Este acto también tuvo lugar en mi domicilio y se efectuó el día 14 de julio de 1930, quedando formada con la distribución de cargos correspondientes de la siguiente manera: Presidente Herminio Petrelli, vicepresidente Luis Guercio, secretario Julio C. Rossi, prosecretario Pedro Narancio, tesorero Rodolfo Pastré, protesorero Avelino Cieza, vocales Dr. Idélico Gelpi, A. Morteo, Osvaldo Coquet, M. Agusti, M. Iglesias, Julio Benvenuto, Ing. J. Rojo, V. Picasso, Juan Orga, Valentín Visillac y Carlos Ratti.

En la misma reunión se resolvió formar una Comisión de Catastro compuesta de ocho miembros, a fin de activar los trabajos del registro total de adherentes, formar un fondo para gastos entre los miembros de la Comisión. La fecha 2 de agosto del mismo año quedó fijada y publicada para la clausura definitiva de adhesiones.

En posteriores reuniones se proyectó un plano general de adherentes –de acuerdo con el número de los mismos, inscriptos sobre el total de las cuadras a pavimentarse, que sumaron primeramente 15, llegando finalmente a 56. Además se prepararon los pliegos y condiciones para ser presentados a licitación pública, fijando el tipo de pavimento, tal como fuera construido el camino Morón-Luján, es decir con un mínimo no menor de 20 a 22 centímetros. Esto lo hago destacar por las razones que derivaron posteriormente. Encaminado el proyecto en sus líneas generales y habiéndose publicado en término la correspondiente licitación, el día 15 de setiembre, con la presencia del escribano Eduardo Bonora, constituido en mi domicilio, hallándose también varios miembros de Comisión que firmaron el Acta se procedió a la apertura de las ofertas presentadas. Estas fueron tres, entregadas respectivamente por las Compañías Pedro Trovato, Alejandro Barberis y F. Colángelo. En cuanto al precio por m2, fueron presentados los de 11,50, 12,00 y 14,00. Este dato lo consigno como resultado básico de la mencionada licitación.

Las cosas marcharon normalmente, es decir, sin dificultades aparentes, hasta que llegó el día designado para la Asamblea General de Vecinos, fijada para el 2 de octubre, debiendo ser considerado por la Comisión el conjunto de ofertas presentado en la licitación, cuando ya el público colmaba el Salón del cine local, ocurrió algo imprevisto.

Apareció nuestro Presidente de Comisión con gesto apresurado, portando en sus manos algunos proyectos de contrato y dijo a los miembros que se hallaban presentes:

Tengo una oferta interesante que me ha entregado hoy mismo la Siemens Baunion y Cia., representa mayores ventajas por su precio en metro y por su facilidad de pago que las licitadas, siendo de 30, 60, 90 y 120 mensualidades con el 8% de interés, condición no presentada por las demás Compañías, siendo por esta causa digna de ser presentada a la Asamblea. Reaccionamos de inmediato y le respondimos que ello no era posible por haberse presentado dicha oferta fuera de licitación. A esto siguió un cambio general de palabras, prevaleciendo finalmente la opinión –porque alguien así lo propuso- que la Asamblea tenía el carácter de soberana y resolvería de por sí aquello que más conviniera.

Con este criterio poco después se constituyó la reunión de vecinos, antes quienes nuestro Presidente dio lectura e  informó de cada una de las condiciones y propuestas de las empresas pavimentadoras. De manera que al producirse el acto de votación respectiva, quedó aprobada por mayoría la propuesta de la empresa Siemens Baunion en base al precio de 13,40 el m2 con la ventaja del pago por mensualidades, ya descripto.

Comentarios aparte –prosigue esta interesante narración- este hecho tuvo la virtud de consagrar el grave error cometido en una obra de esta naturaleza… La Siemens nos construyó posteriormente un pavimento con 10 centímetros escasos de espesor, con un emparrillado de pocos milímetros, contra los 20 cms (tipo Morón-Luján), según lo especificado por las otras Compañías licitadas.

Este detalle lo señalo porque unos pocos años después tuvimos la prueba a la vista, cuando por primera vez se desvió el tránsito de una de las manos de Rivadavia por 24 de Octubre, la que al cabo de poco tiempo hubo que repavimentarla en casi toda su extensión. También algún tiempo después ocurrió lo mismo con las calles Rondeau, Olivera, 9 de Julio, Mariano Acosta y otras.

Por los motivos expuestos la Asamblea que debió ser la definición de una obra indispensable, se convirtió en pocos días en una secuela de comentarios, por parte de aquellos vecinos que quedaron defraudados en sus bien intencionados propósitos…

Hasta el extremo de provocar una verdadera división entre los componentes de la Comisión, en forma tal que con el correr del tiempo no fue posible reunirlos nuevamente.

El Presidente y el Secretario que eran los indicados para llamar a una nueva reunión no se hicieron presentes en ningún momento. De tal manera que pasaron algunos meses hasta que los hermanos Pastré tomaron la iniciativa –en la presentación a la Empresa Pavimentadora- a la que me uní, en compañía de otros vecinos.

Predominó en este caso, la necesidad impostergable de iniciar los trabajos a cualquier precio… y lo que es lamentable recordar aquí, fue la desorganización que trajo aparejada la ausencia total de un control autorizado por la misma Comisión de Pavimentos.

Quedó así iniciada la obra que duró de ocho a diez meses, lo que pudo realizarse en mucho menos tiempo. Las incidencias que siguieron fueron numerosas: aplazamientos sin motivos aparentes, postergación sin tiempo ni medida del pavimento que debía rodar la Plaza Sur –en su medida interior- por calles Rondeau, 24 de Octubre, etc. Por no ponerse de acuerdo entre la Municipalidad y la empresa concesionaria… se sucedieron así con tales motivos varias notas a “La Prensa” y al gobierno de la provincia. Al final los vecinos que iniciaron la obra fueron los últimos en recibir los beneficios de la misma…!

Para terminar este capítulo diré algo más que también tiene importancia: entiendo que fue una obra –para que se valore en su verdadera medida- inicial, fundamental para un pueblo como Ituzaingó como la relatada, debe ser reconocida como un hecho histórico y remarcable de la misma, al ser realizada por cuenta de vecinos y con ausencia total del apoyo oficial en cuanto al aporte material se refiere.

 

CAPÍTULO III

Arreglo y ampliación de la Plaza Sur y de la Plaza Norte (hoy respectivamente San Martín y 20 de Febrero).

Lo que llamé siempre Plaza Sur fue siempre por sus dimensiones una plazoleta, éstas eran aproximadamente de 40 metros de ancho por 100 de largo, que también se llamó en principio 20 de Febrero por la fecha. Por el año 1926 al 29 se encontraba rodeada de un alambrado de púa, con seis entradas a molinete para evitar el paso de los equinos sueltos.

Su ornamentación la constituía una compacta arboleda con algunas palmeras y algunos eucaliptus, además, algunos canteros con cierto arreglo y en su centro una base de mampostería de 3 metros por 3 rodeada de una baranda metálica.

De modo que la misma podría servir de emplazamiento a un monumento o ser útil para el desempeño de una Banda de Música, también como tribuna de carácter político y patriótico, como muchas veces fuera utilizada. Debo aclarar también que Rivadavia corría entonces por el centro de la Plaza actual quedando un excedente de terreno baldío propiedad del Ferrocarril Oeste, de 50 metros por 100, el cual se extendía hacia el norte hasta llegar al límite del andén de la estación.

Trato de destacar lo mejor posible la posición de este terreno porque el mismo al poco tiempo de que hago referencia, estaba destinado a provocar una serie de problemas que voy a detallar en forma sintética, porque en su totalidad llevaría más espacio.

Los problemas que se presentaron en esta Plaza en forma directa o indirecta fueron los siguientes: el primero lo constituyó el cambio de trayectoria de la calle Rivadavia –que como he dicho antes, cruzaba el centro de la Plaza- por su trayectoria actual.

Esta modificación significó el cercenamiento del terreno antes mencionado, propiedad del ferrocarril, creando un baldío sin destino alguno y que durante 4 o 5 años después dio lugar a una serie de gestiones en las que intervino en primer término la Gobernación Provincial y luego las autoridades comunales con el fin de promover una permuta contra igual porción de terreno del lado norte.

En tal sentido se expidió una nota firmada por vecinos en la que se solicitaron además, el arreglo urgente de la Plaza, la cual hallábase en total estado de abandono, sin que se lograra nada más que un principio consistente en eliminar el antiguo alambrado, derribar la arboleda más elevada y traer gran cantidad de tierra; si bien era necesaria para cubrir los desniveles existentes, no fue menos cierto que al poco tiempo se abandonaron los trabajos, dejando aquello en peores condiciones que antes. En consecuencia tuve que apelar a “La Prensa” para refrescar la memoria de las autoridades municipales, enviando la siguiente publicación:

“Ituzaingó, marzo de 1932.  Hace ya cinco meses que se iniciaron los arreglos de la Plaza de esta localidad y para ello se condujeron grandes cantidades de tierra que fueron distribuidas por toda ella, pero en seguida las obras fueron detenidas y dicha Plaza quedó en peores condiciones, pues la tierra amontonada origina el estancamiento de las aguas en dicho lugar”.

Como existía el propósito de realizar la ampliación de la Plaza mediante la permuta de un terreno con F.C. Oeste sería conveniente que las autoridades municipales reanudaran las negociaciones a ese fin”.

Después de estos últimos acontecimientos la espera continuó con todas las ilusiones que era de suponer… pero el tiempo volvía a correr sin que se produjera novedad alguna, vale decir que el estado de abandono era igual o peor que antes.

De modo que al transcurrir más de un año, volvimos a insistir con otra más extensa nota dirigida al Intendente Municipal de Morón, suscripta con la firma de más de 60 vecinos. Con fecha 13 de abril del año 1933, “La Prensa” publicaba la misma (ampliada por agregarse un pedido de ampliación y arreglo para la Plaza Norte).

EXISTEN EN ITUZAINGÓ (Partido de 6 de Setiembre TODA CLASE DE DEFICIENCIAS. La vecina localidad de Ituzaingó en jurisdicción de 6 de Setiembre, dispone de una excelente ubicación y un buen trazado de planta urbana, la proximidad con la Capital Federal ha hecho que el arribo de nuevos pobladores haya aumentado constantemente con la radicación de propietarios que contribuyen con sus viviendas modernas al progreso edilicio y la pavimentación de la mayoría de sus calles, que así la destacan como una de las más atractivas y progresistas de la zona.

Innumerables deficiencias de todo orden se observan continuamente ante la indiferencia de las autoridades, de las que destacamos algunas.

Justamente hace algunos años –continúa la nota publicada por “La Prensa”- que con motivo de la campaña política que precedió a la elección de las actuales autoridades, se prometió públicamente que la ampliación de la Plaza Sur sería un hecho que no demandaría mucho tiempo en su realización.

El tiempo ha transcurrido sin embargo y aunque se allanó la principal dificultad consistente en la aprobación por las Cámaras Legislativas de una permuta de terreno con la Empresa ferroviaria, nada se hace en favor del anunciado proyecto y hasta parece que las mismas autoridades abandonaron sus propósitos.

En tales circunstancias, la Plaza Sur continúa en las deficientes condiciones actuales –dice el cronista- sin perspectiva, con los bancos de madera que le quedan, destrozados, y en un estado de abandono que merece las censuras generales.

Algo parecido ocurre en la Plaza Norte, trazada por el fundador de la localidad, con el plausible propósito de que se levantaran en sus alrededores la Iglesia parroquial, la Escuela que allí funciona y alguna dependencia oficial; paseo que se halla convertido en potrero donde se realizan partidos de fútbol. La apertura de la calle Belgrano a través de la mencionada Plaza, como oportunamente se prometió, habría quizá facilitado el arreglo de dicha plaza.

La carencia de aceras en la mayoría de las calles pavimentadas –continúa el lejano artículo que publicara el gran rotativo porteño- hace tres años, constituye una deficiencia grave que exterioriza por una parte la falta de cumplimiento de las Ordenanzas en vigor, y por otra, la negligencia de la Municipalidad, que no pone ningún empeño en hacerlas cumplir.

Las aceras existentes y los muchos baldíos sin ellas y sin cercos en la zona céntrica, están en general cubiertas de malezas y convertidas en depósitos de basura, donde se alberga toda clase de alimañas, constituyendo un evidente peligro para la salud pública, como ocurre en el terreno situado sobre la calle Rivadavia frente a la estación ferroviaria local”.

El barrido de las calles pavimentadas se practica parcialmente y en condiciones extremadamente deficientes, en algunas de ellas, pues en la mayoría no se realiza servicio alguno desde hace mucho tiempo. Es de hacer notar que casi toda la obra edilicia existente como pavimentaciones de calles y algunos ornamentos de la Plaza Sur se deben exclusivamente al vecindario, con lo cual queda de manifiesto –sigue denodadamente el corresponsal- la ausencia de todo favor oficial, con lo que la acción municipal queda reducida a cobrar los impuestos por servicios que no se realizan. Así las cosas, el vecindario comenta, con sobrada razón, si esta situación habrá de prolongarse indefinidamente, y si las autoridades responsables de estas anomalías, continuarán a esa actitud de absoluta indiferencia ante los problemas que afectan al orden edilicio local”.

Nuevas adhesiones contaban ya estas presentaciones, por las firmas que podemos ver ya en cantidad muy numerosa, y que avalaban la precedente nota, junto a las de los iniciales propulsores que ya conocemos por las presentes memorias.

Eran de los vecinos Dr. Carmet Cort, A. González Gibson, Alfredo Morteo, A. Baima, J. Niño, José Mármol, L. Testa, Diego Carretero, L. Morán Ruiz, Juan Bautista Gentile, D. Basterretche, S. Sayour, Pedro Narancio, Rodolfo Pastré, J. M. Bonardi, L. Verno Costa, Raúl Ventura, P. Barrionuevo, Julio Protto, A. L. Coquet de Barrio, Julio C. Rossi, A. Scasso, Armando Méndez, G. Grego, J. A. Morán, Antonio Chao, Juan y Luis Guercio, Samuel Levine, Vicente Lacasa, M. Agusti, F. Serini, Emilio González, J. R. Novaro, H. Petrelli, F. y Beltrán Basterretche, M. Consejero, J. Antonio Crosta, H. Wassersug, Miguel Iglesias, Concejal Juan Fernández, Dr. Idélico Gelpi, J. Basave, etc.

En relación de hechos y después de la publicación que antecede –continúan estas interesantes Memorias- transcurrió un largo período de inactividad, es decir, esta se reducía a alguna iniciativa de muy poca duración y así pasó el tiempo, casi dos años en el cual teniendo en cuenta que la situación empeoraba, un nuevo suelto fue publicado en “La Prensa” el día 15 de abril de 1934, que decía lo siguiente: “EN TOTAL ESTADO DE ABANDONO SE HALLA LA PLAZA SUR DE ITUZAINGÓ”. Actualmente se halla en estado de total abandono la Plaza Sur de esta localidad, lo que sugiere el comentario obligado de los vecinos sobre la posibilidad de que desaparezca este estado de cosas mediante la decidida intervención de las autoridades municipales que tarda en hacerse sentir desde hace mucho tiempo.

El aspecto de dicha Plaza es lamentable pues sus canteros y caminos carecen de todo arreglo, los bancos dispersos y descuidados, algunos rotos (y así continuase con las deficiencias que ya conocemos, añadiendo): “La próxima iniciación del período parlamentario debería mover al pronto despacho del proyecto de permuta con la empresa del Ferrocarril Oeste respecto al terreno que cierra la plaza; se sabe que dicha empresa se hallaría en buena disposición actualmente para entrar en negociaciones, lo que resolvería por fin este viejo problema local”.

Después de esta publicación y llegado el año 1936, el estado de ambas Plazas no había variado en ningún sentido por lo menos en forma apreciable. Una novedad de importancia, sin embargo se había producido: y fue con respecto al trámite de permuta con la empresa ferroviaria. En esta fecha ya había sido resuelto sin que por ello se hubiera tomado posesión del terreno de referencia, lo que hubiera permitido llevar a cabo los trabajos del arreglo definitivo. El 9 de enero de 1936 envié con el fin de estimular a las autoridades municipales a la acción, el siguiente artículo que reprodujo “La Prensa”: “MUY POCO ES LO QUE HACE LA MUNICIPALIDAD EN FAVOR DEL PUEBLO DE ITUZAINGÓ”. A pesar de que han transcurrido casi dos años más desde que se dio término a la permuta del terreno situado frente a la estación, lo que permitiría ampliar la plaza ubicada en el lado Sur, las autoridades –que dispusieron el arreglo de la Plaza del lado Norte, nada han hecho hasta el presente, pese a los reiterados anuncios de iniciación de los trabajos necesarios. Forma la Plaza Sur sin exageración tanto en su parte antigua como en la destinada a ampliación, un inmenso yuyal DONDE HA DESAPARECIDO TODA IDEA DE QUE ALLÍ HUBIERA EXISTIDO UNA PLAZA.

Y asimismo la situada en el lado Norte continúa convertida en un potrero, y el hecho de que frente a ella se construye la Iglesia Parroquial debiera por lo menos, mover diligentemente a las autoridades del Municipio.

Es doblemente sensible este estado de cosas, porque parece que a las mismas no les preocuparan los evidentes progresos que se realizan en la zona, cuyo ritmo acelerado se manifiesta en todos los órdenes, y el comentario público gira así en forma desfavorable para esas autoridades, tanto más cuando es notorio que en algunas otras obras públicas mostraron la mayor celeridad (¿?)

Siguiendo en el orden descriptivo del problema de las Plazas, y dejando pasar otros detalles menores, en agosto de 1938 tuve la satisfacción de enviar a “La Prensa” la siguiente nota que era sin duda toda una primicia: “Este vecindario ha recibido con general beneplácito la iniciación del arreglo total de la Plaza Sur de esta localidad, esta obra viene a llenar una sentida necesidad de orden local, de la que en repetidas oportunidades se ocupara “La Prensa”.

Pero tuvimos al año siguiente que quejarnos –prosigue don Luis Guercio- al llevar al gran rotativo la nota que sigue: Ituzaingó, junio 3 de 1939. Desde hace varios meses y sin motivo que los justifique, han quedado paralizados los trabajos de embellecimiento que se hacían en la Plaza Sur. Se han ocasionado serios inconvenientes, entre otras cosas, hace diez meses que se ha retirado la luz, permaneciendo desde entonces dicho lugar obviamente a oscuras… es inexplicable esta indiferencia de las autoridades; el vecindario considera que si bien esta Plaza no es la oficial ocupa un lugar de privilegio sobre la calle Rivadavia.

Con respecto a lo que antecede, hago la aclaración de que la Plaza Norte, a la altura de estos acontecimientos, ya había sido arreglada en toda su extensión, vale decir que la misma no necesitó las prolongadas gestiones que exigió la Plaza lado Sur… Tal vez el Municipio consideró como prioridad la construcción del Templo Parroquial San Judas Tadeo.

Atando cabos como quien dice y quedando los últimos cartuchos de la extensa y agotadora campaña pro Plaza Sur, llegamos al término de OCHO LARGOS AÑOS para ver logrado nuestro vital propósito.

A principio del año 1940 se reanudaron ya en forma definitiva los trabajos en la Plaza de referencia, de manera que con fecha del mes de marzo y por intermedio de “La Prensa” pude dar la siguiente y sensacional noticia: FUE INAUGURADA OFICIALMENTE LA PLAZA SUR DEL PUEBLO DE ITUZAINGO. Ituzaingó, marzo 9: con la presencia de las autoridades municipales del partido y un regular número de vecinos, fue inaugurada la Plaza Sur de Ituzaingó, cuyos trabajos venían realizándose. Dicha obra que representa un motivo más de embellecimiento para esta localidad, ha sido proyectada dentro de lineamientos modernos, completándola con acertada distribución de luz, que da al conjunto una hermosa perspectiva. El acto inaugural de esta Plaza ha sido recibido con general beneplácito, destacándose en particular la labor empeñosa y progresista del actual Intendente Municipal Sr. Rafael A. Amato, al frente del Municipio de “6 de Setiembre”.

 

COMENTARIO FINAL

Fue mi propósito acariciado desde hace mucho tiempo –finaliza su relato el señor Guercio- el escribir esta pequeña historia que acabo de realizar sobre las actividades de carácter edilicio que me tocó vivir en compañía de otros antiguos y calificados vecinos de esta localidad, abarcando dos décadas. Los cuales desarrollaron en forma conjunta unas veces y otras en Comisión constituidas como ya he referido en su oportunidad. Debiendo destacar que esta suma de voluntades, en homenaje a la verdad, merecieron siempre un elogio recordatorio que los sacara de aquel anonimato en que han estado relegados desde hace mucho tiempo; debido a la ausencia de una publicidad oportuna, en cuanto acto festivo realizado posteriormente se conmemoraba la fundación de este pueblo. Olvidando, asimismo, a todos aquellos que acaso fueron la raíz misma de lo que hoy representa el alto nivel de progreso logrado por la actual Ciudad de Ituzaingó.

 

Escrita con la impronta de la veracidad y el sabor del recuerdo, que realmente revive hechos en que se han entrelazado vidas particulares y la existencia de la ciudad. NOTICIAS NUESTRAS manifiesta aquí su más sincero y profundo reconocimiento a don Luis Guercio, veterano periodista, luchador ciudadano, buen vecino y ágil escritor, por habernos proporcionado esta primicia de sus Memorias, con las que, estimamos, realiza nuestro periódico un homenaje sencillo pero significativo en estas inminentes fechas del Centenario de Ituzaingó.


Material escrito por Luis Guercio (padre) entre los años 1930 y 1940. INÉDITO Extraido de la Edición Homenaje del periódico “Noticias Nuestr...